When the sun goes down... || Derek

El día no había estado demasiado soleado y por suerte no se veía demasiada luz en las zonas del interior del edificio de la academia donde había ventanas, por lo que en cuanto el sol comenzaba a desaparecer decidí que ya podía salir al patio, lo cierto era que no tenía mucha idea de que hacer, pero pasarme el día encerrada ya había sido suficiente, no necesitaba pasarme la noche también dentro de la academia, tenía que aprovechar cuando podía para salir al exterior, aparte ya no hacía tanto calor y sentir la brisa fresca de verano no me venía nada mal, de echo era algo que agradecía.
Cuando llegué al exterior sonreí, unas ligeras nubes cubrían medianamente el poco sol que aún quedaba en el cielo, por lo que me moví con rapidez hasta debajo de un árbol, apoyándome en el tronco de este, una costumbre que tenía desde hacía mucho tiempo ya que siempre que encontraba algo donde apoyarme, lo hacía y no era por estar cansada ya que era muy difícil para alguien como yo, era por simple comodidad.
Mientras estaba allí, observaba como las nubes se movían lentamente y la sombra de aquel árbol me tenía completamente a salvo mientras lo que quedaba de día desaparecía lentamente junto a la luz del sol, el atardecer era algo precioso que en días como hoy podía permitirme ver y no faltaba demasiado para ese momento, me hacía ilusión poder ver algo así ya que mi naturaleza no solía permitirme ver el sol casi en ningún momento. De todos modos a pesar de que ver el atardecer me iba a gustar, el echo de verlo sola no me gustaba demasiado puesto que había visto demasiadas películas donde el atardecer era un momento precioso para pasar con alguien a quien quieres, con alguien que de verdad te importa y todas esas cosas de las películas con finales felices, pero por desgracia la vida no era ni la mitad de fácil que en las películas y mucho menos para alguien como yo.
El pequeño echo de pensar que algún día podría probar los labios del que era mi mejor amigo desde siempre me encantaba y a la vez me asustaba, no quería perder la amistad que habíamos conseguido durante tanto tiempo y estaba segura de que muchas cosas de las que decía en algunos momentos las decía por hacerme sentir bien y no por que realmente lo pensara, yo era un monstruo y en una reunión con la familia Stark había tenido problemas con un corte de la pequeña, la sangre más apetecible que había olido nunca...había perdido el control por completo y desde ese momento la pequeña no se me acercaba demasiado, algo completamente normal puesto que había intentado atacarle, a pesar de lo bien que nos llevábamos y lo mucho que le quería éramos de mundos diferentes, yo solamente podía pertenecer a la noche y su eterna oscuridad, mi vida estaba limitada por la luz del sol y la necesidad de sangre.
Suspiré cerrando los ojos y apoyando mi cabeza sobre el tronco del árbol, hiciera lo que hiciera siempre acababa pensando en lo mismo y sabía que no debía hacerlo puesto que de todo eso no podía salir nada bueno para nadie, solo conseguía hacerme un lío todavía peor en mi cabeza con miles de pensamientos contradictorios rondando por mi mente.